La noche americana no tiene ni punto de comparación con la noche española. La víspera americana es más larga de lo que parece. El pasado día 4 se eligieron los 538 grandes electores que, en votación secreta, dan al presidente electo al menos 270 de sus votos. Así que Obama no será presidente hasta el 15 de diciembre.
Obama siguió la noche electoral desde un hotel de Chicago acompañado por su esposa, sus hijas y sus asesores. McCain instaló su cuartel general en Arizona, su estado natal. Ante una campaña de McCain basada en los factores identitarios tradicionales de la sociedad americana y la de Obama centrada en la respuesta a la crisis económica, las cosas estaban claras.
El triunfo del candidato demócrata se confirmó poco después de las 23:00 horas locales (04:00 GMT), cuando las principales cadenas de televisión lo declararon ganador en los estados de California, con 55 votos; Oregón, con 7, y Washington, con 11.
Obama se dirigió a sus seguidores, concentrados en el Grant Park de Chicago, un discurso de esperanza y de optimismo, también dio las gracias a aquellos que han hecho posible su victoria. En Phoenix, Arizona, McCain, acompañado de su esposa y de Sarah Palin, ha comparecido reconociendo la victoria del candidato demócrata.
En España la noche electoral americana ha oscilado entre el alivio y la esperanza. Alivio por el adiós a Bush, esperanza por las promesas de Obama de cambiar el mundo. La noche americana puede resumirse con un bye bye Bush y un hello Obama.
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